Paris es considerada por muchos como la ciudad del
amor. Las diferentes esquinas, calles y rincones más remotos de la capital francesa
han sido con frecuencia el escenario escogido por el cine para hacer toda clase
de historias de amor. Directores de diversas nacionalidades y de distintas
generaciones han tenido la ilusión de sacar toda la magia y potencial romántico
que dicen esta ciudad ofrece. Los ejemplos de estos intentos son en varias
ocasiones grandes éxitos comerciales. Woody Allen por ejemplo, logra en el 2011
viajar al pasado en Paris Midnight, para
presentar una simpática comedia que expone una historia de amor rodeada de
iconos de la cultura universal. Los comentarios que se rumoraron a la salida de
los teatros tal vez explican cómo esta película se convirtió en la más taquillera
de este aplaudido director y en el referente obligado de los amantes de la
comedia romántica. Las historias de Allen sin duda entretienen, siempre lo
hacen! Pero en esta oportunidad como en muchas otras, se vislumbró un paisaje
muy poco creativo de esta aclamada ciudad, muy similar al de cualquier postal
parisina.
Por fortuna el aporte de algunos directores nos ha
permitido deleitarnos con una dosis de creatividad que verdaderamente refleja
la esencia de lo que atrae a esta mágica ciudad. Les Amants du Pont-Neuf, película realizada por el director francés
Léos Carax en 1991, logra sorprendentemente situar una historia de obsesión y posesión
entre dos personas al borde de la existencia humana en el histórico Pont-Neuf de Paris. Esta película que
contiene momentos de realismo sorprendente en lugares emblemáticos de la ciudad,
es catalogada como una de las más ricas visual y estilísticamente del cine
francés. Carax logra en esta oportunidad construir una historia hiperrealista
al límite con un fantástico juego de música, color, movimiento de cámara y
puesta en escena.
El ‘niño terrible’ del
cine francés
Léos Carax es un director de cine francés que empezó
su carrera cinematográfica desde muy temprana edad. Carax, que hace parte de
una ola de realizadores que representan la última generación de cineastas
franceses de talento reconocido a nivel mundial, se incorporó totalmente al
mundo del cine después de su participación en 1979 en Cahiers du Cinema. Esta revista considerada por muchos como la precursora
de la teoría moderna del cine, fue la ventana para que este cineasta explorara,
desde la crítica, temas cinematográficos que después se verían reflejados en el
alto contenido artístico de sus obras. Este director es considerado por la
crítica como el heredero de la Nouvelle
Vague porque precisamente abrió nuevos caminos en el cine francés de la
misma manera que lo hicieron los colaboradores de esta revista. Su descripción
estética del amor ha sido ya catalogada como un homenaje al trabajo de Jean-Luc
Godard, personaje emblemático del arte cinematográfico que se caracterizó por
la poesía de sus imágenes y por su concepción del cine como lenguaje autónomo
del director.
Les Amants du Pont-Neuf no es solamente una película que sirve para entender por qué Leós Carax es un genio de la técnica cinematográfica a pesar de todas las críticas que siempre rodean su estilo impredecible de hacer películas; sino que es otra oportunidad que este director nos brinda para deleitarnos con su particular estilo poético de mostrar con imágenes narrativas perfectamente editadas y musicalizadas, un carácter torturado del amor en una ciudad cliché.
Les Amants du Pont-Neuf no es solamente una película que sirve para entender por qué Leós Carax es un genio de la técnica cinematográfica a pesar de todas las críticas que siempre rodean su estilo impredecible de hacer películas; sino que es otra oportunidad que este director nos brinda para deleitarnos con su particular estilo poético de mostrar con imágenes narrativas perfectamente editadas y musicalizadas, un carácter torturado del amor en una ciudad cliché.
Historia de amor al
límite
En esencia la película trata sobre un romance de
elección existencial entre dos vagabundos que se conocen en un emblemático
puente de Paris que se encuentra cerrado por reparaciones. Alex es un artista
de circo frustrado adicto al alcohol que tiene un gran sentimiento de
dependencia por Michelle, una pintora que terminó viviendo en la calle por una
enfermedad extraña de la vista y por una decepción amorosa. Juliette Binoche y
Dennis Levant, protagonistas de esta historia, producen actuaciones de
verdadera fuerza emocional y sutileza que hacen especialmente creíbles estos
personajes atrapados en la obsesión de una historia de amor. La tensión en
torno a la locura que inunda cada plano, da cuenta de la ambición
perfeccionista que este director tenía por hacer una película romántica contra
todo pronóstico, una película que corre los riesgos de explorar un nuevo camino
de los estereotipos culturales de la ciudad del amor. Les Amants du Pont-Neuf llega a donde ninguna otra película del género
ha logrado llegar porque va en contra de todos los grandes romances de la
pantalla, y se convierte así, en uno de los imperdibles de la historia del cine.
Paradójicamente, al igual que la historia, la producción de esta obra estuvo llena de tensiones. Les Amants du Pont-Neuf empezó a filmarse en 1988 cuando Léos Carax logró adquirir el permiso de usar el verdadero puente en Paris como escenario. Sin embargo, hubo retrasos en el rodaje por problemas financieros y por un accidente que dejó a Lavant en la cama por un tiempo, lo que hizo que el permiso se venciera. Carax se vio entonces en la obligación de incurrir en costos exorbitantes para reconstruir todo el escenario en la provincia. Esta película que duró tres años en realizarse, se convertiría en el ambicioso proyecto más caro de la historia del cine que nunca recuperó el dinero. Los problemas de financiación desencadenaron en una mala reputación y un gran rechazo por parte del público y de la crítica quienes no valoraron en ese momento la brillantez de una hermosa y ambiciosa historia. Desafortunadamente esta situación hizo que el director cayera en una profunda depresión que lo alejó por mucho tiempo de la pantalla grande.
Paradójicamente, al igual que la historia, la producción de esta obra estuvo llena de tensiones. Les Amants du Pont-Neuf empezó a filmarse en 1988 cuando Léos Carax logró adquirir el permiso de usar el verdadero puente en Paris como escenario. Sin embargo, hubo retrasos en el rodaje por problemas financieros y por un accidente que dejó a Lavant en la cama por un tiempo, lo que hizo que el permiso se venciera. Carax se vio entonces en la obligación de incurrir en costos exorbitantes para reconstruir todo el escenario en la provincia. Esta película que duró tres años en realizarse, se convertiría en el ambicioso proyecto más caro de la historia del cine que nunca recuperó el dinero. Los problemas de financiación desencadenaron en una mala reputación y un gran rechazo por parte del público y de la crítica quienes no valoraron en ese momento la brillantez de una hermosa y ambiciosa historia. Desafortunadamente esta situación hizo que el director cayera en una profunda depresión que lo alejó por mucho tiempo de la pantalla grande.
A pesar que Carax en esta oportunidad logró
convertir una simple historia de amor en Paris en una verdadera obra literaria
que mezcla el thriller con el drama,
esta película tuvo que sufrir en silencio sin mayor reconocimiento. Pocos han
logrado como él, retratan tan atípicamente las calles y emblemas de Paris, para
hacer sentir al espectador una extraña soledad en medio de una historia de amor.
Sin duda, Carax consigue con esta historia y estos personajes tan perturbadores
recrear momentos de suma magia como el baile a la luz de los juegos
artificiales del 14 de Julio, que se quedan clavados en la memoria.
Si la idea de ver una cara diferente de Paris o las
fantásticas actuaciones de Lavant y Binoche no son razón suficiente para revivir
esta película, si lo es la idea de deleitarse con las ideas pictóricas de Léos
Carax que demuestran que es posible reflejar las propias pasiones en un cine
innovador y pasional. Les Amants du
Pont-Neuf seguirá viva, a la espera de aquellos que quieran ver un cine que
se sacrifica y que se obtiene de traspasar fronteras. Y un día, la Academia y
las instituciones empezarán a reconocer que el cine que se premia no debe ser sólo
aquel que se mide sobre las rentabilidades de taquilla.
Por: Camila Botero
Por: Camila Botero
Catalina, me encanta la parte que dices que dices sobre el cine y en general cualquier evento cultural no se puede medir por su taquilla,si bien de acuerdo a la descripción es un clásico del cine Frances, y como muchos sabemos las dinámicas que se exploran en el cine europeo son muy distintas al del cine norteamericano que su impulso y propósito es simplemente comercial.
ResponderEliminarlas imágenes que pude observar, la fotografía, los encuadres son de absoluta belleza, me encanta la forma como abordaste tu critica y el enfoque que diste al titulo, tienes razón París es una ciudad cliché, pero que mueve unas dinámicas bellas y maravillosas como el caso de esta película.
Angelica